Jamás hubo un accidente tan bonito como cuando se cruzaron tu mirada y la mía.

De mañana

Mi almohada amaneció vacía. La noche se había robado todos los relojes del mundo y la mañana se había quedado dormida. Afuera de las ventanas, todavía no habían puesto las calles, ni colgado los gorriones de los cables, ni despabilado a un solo gallo de este lado del hemisferio. Desperté, y ya no fabricaban matices ámbar en los cielos, ni plantaban primaveras en las raíces de los árboles. Y qué me quedaba a mí, más que buscarte entre tanta nada, más que abrazarme al vacío de mi almohada, más que soñarte y seguir viviendo.
:D

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