Jamás hubo un accidente tan bonito como cuando se cruzaron tu mirada y la mía.

La oscuridad...

Todavía siento tu oscuridad en mi piel. 
Rozando, envolviendo, y bailando en cada rincón de mi ser.

Esa suavidad que es más infierno que deseo. El silbido de tus gemidos, tan continuo como el tiempo, y a la vez, tan perdido de toda timidez.
Esa piel me despierta, me atrae, y me consume en cada abrir y cerrar de ojos. A veces es inevitable sentirme quebrantado, pues te has convertido en más que un simple recuerdo.
Tú eres Ia oscuridad que ríe y juega en mi piel.

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