Jamás hubo un accidente tan bonito como cuando se cruzaron tu mirada y la mía.

Ni de mí ni de nadie

Una mirada, atrevida e indecente, se desprende de tus ojos. Liberada de prejuicios, de credos, y de lazos morales. Así eres tú.

Tan fuera de lo común. Como magia, como espectro. Con un alma que pregona sentimientos de lujuria y libertad. Con manos de ángel, embestidas de ternura, pero al mismo tiempo, con un espíritu maligno que perturba y espanta cada pensamiento de bondad.

En tus labios, en ese escondido laberinto, he visto renacer la furia de los siete infiernos, quemando y redimiendo mis vagas noches de silencio.

Y así eres tú; ni de mí, ni de nadie.

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